Que no Maño, que no van por ahí los tiros, que cuando uno es el hijo del Practicante, entre otras cosas de pequeño juega a imitar a sus padre, y como tiene material a mano… pues juega a los médicos (sin dobleces Camino). Bueno, a los médicos y a hacer barrabasadas con material sanitario.
Yo de pequeño me curaba mis heridas, por imitación y para evitar broncas, si me curaba yo nadie se enteraba. Eso me hizo familiarizarme con fármacos como el “Mercryl Laurilé” que además de limpiar heridas era magnífico para lavar mi bicicleta, los “Polvos Azol” o el “Neo-bacitrim” para evitar infecciones y que se formara la costra con rapidez, el “Fenergan en crema” para las picaduras de bichos y los sarpullidos (ortigas, orugas procesionarias…).
Mis problemas de alergia asmática me hicieron además paciente habitual del pediatra y de mi padre, desde el “Bronco-asmol niños”, los supositorios (sic) de “Elmufilina Barbitón” y los temidos inyectables de “Septo Pulmol Expectorante” 1/24 horas durante 4 días y el muy temido y doloroso “Urbasón”, además tenía el enemigo en casa y no había escapatoria posible. Para consolarme, mi padre me solía regalar las jeringas (ya de plástico) que utilizaba y yo jugaba con ellas a mojar amigos y comerciaba cambiándolas por chucherías con los compañeros de salvajadas.
Yo de pequeño me curaba mis heridas, por imitación y para evitar broncas, si me curaba yo nadie se enteraba. Eso me hizo familiarizarme con fármacos como el “Mercryl Laurilé” que además de limpiar heridas era magnífico para lavar mi bicicleta, los “Polvos Azol” o el “Neo-bacitrim” para evitar infecciones y que se formara la costra con rapidez, el “Fenergan en crema” para las picaduras de bichos y los sarpullidos (ortigas, orugas procesionarias…).
Mis problemas de alergia asmática me hicieron además paciente habitual del pediatra y de mi padre, desde el “Bronco-asmol niños”, los supositorios (sic) de “Elmufilina Barbitón” y los temidos inyectables de “Septo Pulmol Expectorante” 1/24 horas durante 4 días y el muy temido y doloroso “Urbasón”, además tenía el enemigo en casa y no había escapatoria posible. Para consolarme, mi padre me solía regalar las jeringas (ya de plástico) que utilizaba y yo jugaba con ellas a mojar amigos y comerciaba cambiándolas por chucherías con los compañeros de salvajadas.
Otro de los tesoros que podía encontrar en la consulta de mi padre eran las pastillas de “Clorato potásico”, magníficas para la tos, aftas, dolor de garganta… y machacadas y mezcladas con azúcar se convertían en inflamables, jeje lo cual daba mucho pero que mucho juego.
Podría seguir hablando durante páginas de los fármacos que recuerdo de aquella época pero para los que os guste el tema, me he topado con una página que es una delicia, en ella encontrareis un listado con cientos de ellos y sus respectivas fichas técnicas y fotografías (la mayoría), se llama Pharmakoteka y está muy bien trabajada.
Os dejo un video musical relacionado.
JUÁJUÁJUÁ...cuantos recuerdo!!!. La de veces que "correteaban" detrás mía mi madre y mis hermanas para que el "Practicante: Don Luís", me pudiese poner inyecciones!!!. Enfermero mío...cuenta lo de tu hermano "el médico" y la primera vez que "curó" a "alguien"!!!...jájájájá...Cuñaooo!!!, si lo lees no te enfades vale?. Un besazo.
ResponderEliminarJopeta, quillo...voy leyendo y zas! sin dobleces Camino, yo que pensaba que ibas a poner algo guarro, jejejeje
ResponderEliminarYo de pequeña jugaba con el quimicefa y a poner petardos dónde pudiera salpicar y pringarlo todo..
Tío, y el hervidor de agujas... ¿por qué no está en la foto?.
ResponderEliminarLos había de mechero de alcohol y eléctricos... yo tengo uno de mechero.
¿Y las jeringas de cristal y acero desmontables?...
Tengo de todo eso... pero será otra entrada jejeje
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